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Uno de los equipos tiene que renunciar a sus franjas rojas y blancas para evitar que el árbitro o el espectador, ya sea en el estadio o a través de la televisión, puedan confundirlas. Por ejemplo, podía ocurrir que uno de ellos tuviese que utilizar el segundo pantalón de su rival para que el árbitro autorizara la equipación. Por esta razón, LaLiga decidió desarrollar una solución sencilla y novedosa que permitiese a los implicados alcanzar rápidamente un punto en común.