Los gestos de Nacho avisaban de que la herida era seria. No quedaba ya nadie en el campo, los dos equipos estaban ya en la caseta, al alemán le estaban suturando la herida -10 puntos externo y 10 internos-, pero sobre el campo quedaba la gasa manchada de sangre que había tirado antes de colocarse la toalla en la preocupante brecha con la que entró en el vestuario.